Largos ratos llenos de silencio, solo interrumpidos por las llamadas telefónicas que llegan de vez en cuando, cerca o lejos. Pocas palabras se cruzan entre los presentes, que viven en un mundo alterno dentro de las imágenes de una pantalla, que consume nuestros minutos, absorbiéndonos desde que inicia la mañana y que nos escupe a la realidad al final de cada jornada.
Bramido del Mar
Largos ratos llenos de silencio, solo interrumpidos por las llamadas telefónicas que llegan de vez en cuando, cerca o lejos. Pocas palabras se cruzan entre los presentes, que viven en un mundo alterno dentro de las imágenes de una pantalla, que consume nuestros minutos, absorbiéndonos desde que inicia la mañana y que nos escupe a la realidad al final de cada jornada.
Luz en la tempestad
A la espera de que la luz vial cambiara para poder cruzar se encontraba Adrián, un tanto cabizbajo, cargando el bolso de su computador al hombro y con una mano en el rostro protegiéndose con un pañuelo del polvo que se ha levantado con el pasar de los automóviles. Auriculares en sus oídos escuchando las mismas melodías habituales y que sirven de límite al mundo exterior. Llevando el celular en la mano, mirando constantemente su pantalla en busca de noticias.
Una mano extraña le roza
el brazo, vuelve a ver dudando que sea algo bueno, pero era una cara familiar,
el rostro de una amistad del pasado con una sonrisa majestuosa lo veía con
afán, unos ojos llenos de vida y ánimo. Él sabía que la conocía, no tenía duda
de eso, sin embargo, su consciente no tenía la certeza de quién era esta
persona.
La inocencia de una espera
El anuncio de que el momento del
aterrizaje ha sonado, a menos de 20 minutos de llegar a tierra después de
muchas horas de vuelo. El alba empieza a verse a través de las ventanas, ya
abiertas por instrucción de la tripulación. El cansancio es extenuante, sin
poder dormir bien, en este espacio confinado a la poca comodidad. Las sillas en
su posición vertical a la espera del golpe y el estruendo que acusa la llegada
del avión.
La aeronave se detiene junto a la puerta de desembarque, los pasajeros se levantan para salir y uno a uno comienzan a caminar. Tomo mi maleta de mano y la chaqueta que me abriga en cada trayecto, sigo la hilera formada frente a mí. Poniendo los pies fuera se siente lo helado de esta ciudad a inicios del año. Pero vengo preparado y protegido para ello. La caminata un tanto extensa conduce a la zona de inmigración, donde una nueva fila espera. Después de algunos minutos, mi turno llega, el oficial hace las preguntas de rigor y me deja continuar. Busco la banda donde saldrá mi maleta, la cual tendré que ingresar nuevamente, ya que este punto es solo una escala.
El Silencio y sus Demonios
Amante del vacío y la lejanía, acurrucado en las fantasías de un porvenir cargado de alegrías y vanidad. Escondido en un rincón en medio de las voces de desconocidos, quienes son todos y nadie a la vez. Aceptando un destino con la sonrisa de un hipócrita, enfrentando las palabras restantes de un mundo enfocado en destruir lo poco de bondad que queda en mi ser.
Los muchos desafíos y
contradicciones de las malas decisiones nos llevan a un callejón sin salida, al
camino del que no habrá más retorno. A todos nos llega ese momento en el que no
sabemos qué hacer, nos miramos sumidos en un agujero del que no podemos salir y
tendremos que enfrentar la realidad con simples sonrisas e ilusiones de que todo mejorara. Notamos como nada parece
funcionar, ni tener sentido y cada vez se torna más difícil ver con claridad lo
que nos rodea.
Decepción
Se torna difícil, como un baño de agua fría en días de invierno en Siberia, querer aceptar ese choque con la realidad, cuando te das cuenta que esa persona que te ha despertado el mayor sentimiento, a quien le has dedicado tu tiempo, tus fuerzas y todo lo que puedes dar, de quien te has enamorado, ha desaparecido bajo el manto del cansancio, la costumbre, la rutina y sobre todo el desinterés. Es tan complicado de sobrellevar y muchas veces el asunto conlleva a una relación quebrantada, uno o ambos corazones rotos y a convertirse en solo un nombre más en la lista de decepciones amorosas. Ser parte de un conjunto llamado olvido.
Cautividad
Ella era de una belleza
inmensurable, esbelta, de piel de olivo y miel, con una tez fina adornada por
ojos preciosos como zafiro, viendo constantemente alto, contemplando al
horizonte. Una cabellera cual petróleo crudo, lacio y libre como el viento que
viene y va sin fronteras, prominente. Agraciada como amazona, con una elegancia
que exalta los atributos y sinuosidad de su figura.
Rebosante de alegría, divertida, con una sonrisa que irradiaba buenas vibras a
todos los que la miraban. Su alma pura cual criatura tierna, preocupada por el
prójimo, dispuesta siempre a ayudar y a dar palabras de aliento cada vez que
alguien lo necesitara. De carácter fuerte cuando era necesario, pero asequible
ante cualquier necesidad. Educada, intelectual, empresaria exitosa, amante de
la vida en general. Una mujer empoderada, para luchar contra todas las
dificultades de la vida. Ella era el epíteto de grandeza como ser humano.
El Tiempo Vuela
Una mañana soleada, mucha gente camina por las calles, ocupados en sí mismos, con sus propios mundos, pero no él, mirando a su alrededor, buscando algo entre la multitud. Caminaba sin rumbo, viendo pasar a miles a su lado, hasta que ella chocó con él.
Ambos se miraron a los ojos y sintieron que el mundo cambió para ellos. Empezaron a salir, a platicar y reír, tras miradas profundas, palabras dichas y una taza de café, acordaron serían una pareja.
Sus días empezaron con mucha felicidad y cada día hablaban, se mandaban mensajes y de vez en cuando salían a caminar o a comer.
Los días se hicieron semanas y estos meses, las cosas iban cambiando, ella había empezado a sentir mucho por él, pero él aún no estaba seguro, ella trataba de hacer todo para que él se enamorara de ella, pero los días pasaban y parecía una tarea imposible.
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