Hoy se ve una sonrisa en mi rostro, porque es mi trabajo embaucar al público, es
parte de un show que debe continuar, día tras día. Pero no dejes que mi alegre expresión
de una impresión errónea, porque en realidad el desconsuelo y yo somos uno. No
hay que malinterpretar, no soy un amargado, solo estoy triste.
Mi vida es una broma que no logro entender, mi destino fue tallado ante las
luces en un escenario que me vio nacer. Bajo una carpa mis padres entretenían
para juntar un poco de dinero, yo siempre los veía reír junto a los demás,
incluso cuando la pintura había sido mezclaba con lamentos.
Solo era esperar que la última persona se fuese o diéramos la espalda para
que el semblante cambiara. La felicidad era efímera, solo unos minutos al día,
solo cuando se debía aparentar. Así fue mi niñez, mi juventud, mi vida, aprendí
que para el mundo solo éramos la cara del bufón de turno, pero sin el
maquillaje solo soy un triste nadie.