Minuto
ochenta y siete, a pocos minutos que acabe la segunda parte del partido y el
marcador sigue empatado desde la primera parte. La final universitaria que
está por decidir al campeón de este año, un ambiente emocionante que puede
llegar a tiempo añadido y posiblemente a penales. Los jugadores han dejado todo
en el campo y no quieren ceder el mínimo espacio al error. Ambos equipos han
agotado sus cambios y los efectos del desgaste físico se notan. Pero los
equipos están jugando con el corazón.
El balón
es filtrado por la banda derecha, un centro peligroso entra al área, el
delantero controla y el portero en una entrada peligrosa lo derriba
aparatosamente. El público reacciona y grita con emoción, todos al pendiente de
la decisión del árbitro que ha pitado y corre con el de línea para dar una
decisión. Los jugadores de ambos equipos se acercan para intentar disuadir la
decisión, pero ha sido claro y la autoridad con el sonido del pito señala al
punto del penalti.
- Déjame tirarlo y después me puedes
cambiar.
Todo
podía cambiar después de este partido, una vida se venía construyendo en torno
a momentos como estos, para seguir, por alcanzar un sueño. Francisco mira a la
grada y ve a sus amistades dando ánimos, todos de pie con emoción, una
anticipación con nervios, anhelos, incluso miedo. Es inevitable la ansiedad,
pero el ímpetu no lo dejaran doblegarse. Sin embargo, a pesar de tener la
victoria a sus pies, no puede dejar de pensar en todo lo que está pasando, cómo
ha llegado a este momento.
---
Desde
niño siempre fue un gran aficionado del fútbol, miraba los partidos de los
equipos europeos y soñaba incesantemente con algún día poder ser él quien fuera
ovacionado por miles en un gran estadio de España, Italia o Inglaterra. Sus
días se llenaban de golpes, enfados, sudor, pero nada era mayor que la emoción
de correr detrás de una pelota, junto a tus amigos hasta gritar a más no poder.
-
GOOOOOOOOL!
La niñez
quedó atrás, pero su sueño no se iría jamás, había dedicado tanto tiempo a
edificar sus habilidades y ser el mejor jugador que pudiese ser. Ligas,
equipos, torneos, prácticas. Duchas heladas en las madrugadas, salir a correr al frío que choca contra los ojos y recorre la espalda, horas infinitas de
entrenamiento. Lavando zapatos viejos, remendados y llenos de lodo. Moverse en
buses y aventones, durmiendo contra el vidrio mientras llega el destino.
Ejercitarse
con el dolor, golpes, patadas, codazos, empujones, malas caídas. Cejas rotas,
narices sangrantes, cara inflamada, ojos morados bajo la lluvia de un martes de
viento por la noche. Rodillas lastimadas y lesiones cotidianas, articulaciones
dolientes, dedos quebrados, uñas perdidas. Caminando días con muletas de manera
habitual.
Partidos
ganados, partidos perdidos, usando los colores del equipo de turno, aunque no
fuesen de agrado. Gritos infortunados de compañeros, de un entrenador
enfurecido por los malos resultados, malos instructores que no han podido guiar
adecuadamente, sentado en bancas, a la espera de una oportunidad. Discusiones
constantes, leves y hasta a puños cerrados. Expulsiones y la culpa de haber
lastimado al contrario.
Esa era
el sueño; una vida paralela a su vida real, con una familia disfuncional, de
pocos ingresos que luchaba por llegar a cada fin de mes. Llenos de sacrificios,
tratando de mantener a sus hijos por el camino correcto en un mundo injusto y
embaucador. Padres que miraban más diferencia entre ellos cada día y los
llevaría a la separación. Trabajar desde temprana edad para poder ayudar con
los gastos. Estudiar al borde de la ayuda deportiva, becas que aliviaban las
responsabilidades cada vez más grandes y con menos recursos.
---
Francisco
respiraba viendo el balón y al portero rival, su tiro siempre era hacia la
derecha, aun así era capaz de batir al contrincante. El guardameta lo miraba
con una sonrisa burlesca y gritándole muchas cosas para confundirlo, robarle la
concentración que trata de mostrar.
- ¿A la derecha verdad? Te conozco. –
Gritaba en más de una ocasión.
---
La vida
a veces puede ser impredecible, aun cuando el futuro parece estar claro, las
situaciones y los momentos pueden decidir desviarte sin control y no queda más
que seguir en el camino que te ha puesto. Los ojos de Francisco habían perdido
el brillo y el empeño, miraba a su futuro y ya no veía lo mismo que antes, todo
había cambiado en tan poco tiempo.
La
semana se hacía corta para balancear todos los aspectos que quería incluir en
su vida, su familia, sus estudios, algún trabajo, el amor, la diversión y un
sueño que parecía ya no debía ser prioridad en una ciudad donde a pesar de ser
popular no tenía las puertas necesarias para elevarlo a un mundo mejor. Crecer
te va cambiando y los sueños de niño dejan de parecer posibles, tantas voces
repitiendo que no tenía sentido, que era algo imposible.
Eran
demasiadas las responsabilidades y pocos los recursos, la balanza se inclinaba
cada vez más, pero al lado equivocado. Amistades que empujaban a la desidia y
la vagancia, con el alcohol como primera estancia, volviéndose un aspecto
común. El sendero de los estudios parecía esquivo, las calificaciones lo hacían
notar y le llenaba la cabeza de tensión por una beca que se escaparía y
tornaría las cosas más complicadas.
El
trabajo que era irregular, ayudando en un taller de carpintería cada vez que
era posible, ese tiempo que era menos por las horas perdidas en distracciones
banales. Ausencias que lo convertían en alguien reemplazable, eso se notaba y
se había dicho en múltiples ocasiones, hasta que un día fue inevitable.
- Lo siento Francisco, pero necesitábamos
un ayudante que fuese más regular.
Refutando
a la vida tanto sacrificio que no parecía valer la pena, buscando consuelo en
los brazos del amor, perderse en besos y caricias. Hablándole de vida y de
amor, rozando el rostro, ella siempre escuchaba y le sonreía diciendo.
- Todo
estará bien mi amor.
Entre la
pasión y el olvido los días pasaban entre sábanas que sosiegan la mente, el
cuerpo y el estrés. Un fuerte abrazo que los convertía en uno luchando contra
los pormenores, que parecían no acabar y acumularse uno sobre otro, apareciendo
de la nada, nuevas preocupaciones, contratiempos que para la vida son normales y
que en la precisa se descuidan.
- Mi amor, estoy embarazada.
La
existencia se volvía más compleja, un camino espinoso se veía venir, todo
cambiaba y todo se derrumbaba ante sus ojos, pero no lo podía demostrar ante
los ojos del amor. En su cuarto oscuro a media noche pensando, sin poder
conciliar un buen dormir.
- ¿Qué pasará? ¿Qué puedo hacer?
El
futuro parecía tan incierto, con un presente tan caótico, una vida tan
desordenada y descontrolada. Un sueño que consumió una vida y que hoy ya no
parece posible, en su cabeza resonaban las palabras de los muchos que le
dijeron que no podría, ahora les estaba dando la razón. Ahora toca buscar un
trabajo para mantener a una nueva familia, sin saber cómo, ni qué hacer.
Pero el
amor era grande, en sus ojos había ilusión al ver a esa mujer con el vientre
disimulado, pero creciendo. El anhelo de un bebé le llenaba el corazón, un
retoño a quien enseñarle a jugar fútbol, sin importar fuese niño o niña, brindarle
las oportunidades que él no pudo tener, a pesar que ello fuese agotador, estaba
decidido de esforzarse con un nuevo objetivo, una familia.
---
Hoy era
el momento del cambio, una última oportunidad de gloria ante sus pies, la
última final en la que había decidido jugar, estaba en sus hombros terminar
esto aquí o dejar a sus compañeros decidir el desenlace. Quería marcharse con
la frente en alto, como el héroe que daba la victoria a su equipo.
Después
de hoy una vida empezaría dedicada al verdadero futuro, después de hoy el
futbol quedaría relegado, como algo que
no pudo ser, eso ya no le desanimaba, sabía que dentro de él había un deseo
paternal que lo impulsará a ser mejor, solo deseaba dejar su sueño siendo el campeón.
El árbitro
da la señal para que se proceda, Francisco mira al portero ya preparado y una
vez más observa al público, entre ellos la sonrisa de la mujer que lo ama ya
con su barriga prominente, toma carrera sonriendo y patea el balón.
- Esto es para ti hijo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario